Prensa UTTA - Jornada de capacitación: Introducción a la biomecánica.

Un apasionante viaje por la ciencia del caballo deportivo.

En la capacitación de la UTTA sobre “Introducción a la biomecánica y entrenamiento”, con asistentes de siete países, se analizó y debatió sobre la anatomía, conformación, aplomos, músculos, las fuentes de energía y los sistemas nervioso y muscular. 

Se desarrolló en dos clases virtuales el curso de “Introducción a la biomecánica y entrenamiento del caballo”, que forma parte del ciclo de capacitaciones que la UTTA organiza para fomentar el aprendizaje y el crecimiento de los trabajadores de la industria. La instrucción estuvo a cargo de la ingeniera zootecnista María Florencia Godoy, quien formuló el inicio de su exposición en base a dos primeros puntos centrales. 

En primer término, la importancia y conformación en el desempeño deportivo y las lesiones, y luego, en la elección de caballos bajo el criterio de la anatomía funcional y su conformación. “Comprender la ciencia del movimiento nos ayuda a tener mejores resultados y disfrutar mejor del espectáculo único que proporciona el caballo”, explicó. Y subrayó nuestro lema: “Siempre se pueden hacer pequeñas acciones que mejoren la calidad de vida de los caballos y, como consecuencia, las condiciones de trabajo de los componentes de la actividad” 

Como se sabe, todo lo relacionado a la prevención de accidentes y a la seguridad laboral es la columna vertebral de las capacitaciones de nuestra Organización, liderada por su Secretario General, Carlos Felice. Eso dentro de un concepto que ya trascendió las fronteras: hubo más de 100 inscriptos no sólo de diversas provincias argentinas, sino también desde otros seis países, que interactuaron en el debate y las experiencias. Así, se unieron desde Chimaltenango (Guatemala), Versailles y Lexington (Estados Unidos), Montevideo y Trinidad Flores (Uruguay), Medellín (Colombia), Alava y Santander (España) y Chihuahua (México). 

Godoy enfocó la primera de las clases en tres temáticas centrales: anatomía, conformación y aplomos. Desarrolló la importancia de los músculos y de la flexión de la pelvis en los movimientos, la acción y la velocidad, incluso para la detección del origen de las dolencias. Y aportó el detalle del aparato hioideo, referido a los huesos sobre los que se apoya la lengua, “un músculo súper fuerte que conecta todo el cuerpo y puede ser el origen de dolores o contracturas muy distantes”. 

En la conformación, el debate se planteó para poder entender al caballo, su balance, la armonía y hasta la diferencia entre razas. Se contextualizó en la distribución del peso y la musculatura en tres dimensiones, los ángulos y sus líneas. Y eso incluyó a la cabeza, con su expresión, la actitud, la mirada y el desarrollo, en medio de lo que es el gusto individual y la intuición. 

Respecto de los aplomos, se coincidió en que ciertas líneas trazadas imaginariamente determinan la dirección de las extremidades, definen la distribución de las fuerzas sobre cada estructura y sus miembros. Y con el uso de videos ejemplificativos se abordó puntillosamente en las desviaciones, sobre cómo influyen el desgaste desigual, el movimiento, en la distribución ineficiente de presiones, el stress y las lesiones por la mayor carga. Y cómo afectan la salud los defectos de esos aplomos y cuáles son las prioridades que deben atenderse según cada uno de ellos. 

La segunda clase abarcó la fisiología del entrenamiento, su sistema nervioso, cardiorespiratorio, el músculo esquelético y las fuentes de energía. “La idea es que no se lleven recetas, sino criterios, y de esa manera buscar la forma de profesionalizar cada vez mejor nuestro trabajo”, remarcó Godoy en su rol de docente, y se centró inicialmente en las características atléticas del caballo, relacionada a sus manos y patas, la capacidad aeróbica y el metabolismo energético. 

Se hizo hincapié en los principios del entrenamiento: la repetición, la frecuencia, el efecto y la intensidad. “El esfuerzo genera una respuesta adaptativa en todos los sistemas, coordinados por el sistema nervioso, que es el centro de cómputos”, ejemplificó. El exceso de preparación, en cambio, atenta contra el animal. Eso se refiere no sólo a la intensidad de la preparación y a la generación de stress en sus articulaciones, sino también en los factores que predisponen con una nutrición inadecuada. “Es importante saber qué manejo tuvieron los productos antes de llegar a la cuida”, diferenció, y destacó el valor de los parámetros de la condición física, remarcando la tolerancia de los tejidos y los huesos, con su remodelación por el crecimiento y adecuada a las cargas. Que no lleve a efectos no deseados en el ejercicio, más allá de que el 70% de los caballos de carrera suelen reportar sobrehuesos y, en especial, en los primeros seis meses de entrenamiento, a los 2 años. 

“Los adultos tienen más resistencia que los potros. Es necesario permitir el tiempo de recuperación suficiente para no llegar al punto de fatiga, detectándolo en forma individual, con muchísima observación”. El detalle se extendió al trabajo de tendones y ligamentos, focalizado en la condición elástica y visto en profundidad con otro video. Y a los músculos (representan cerca del 60% del caballo entrenado), en lo que respecta a la sanidad y la transformación de la energía química en movimientos. 

Sobre las articulaciones se expusieron seis puntos centrales, enfocados en la respuesta al ejercicio, preferentemente antes de los 2 años para contribuir en la adaptación del cartílago para tener mayor resistencia. El enlace de cada tema llevó a un apasionante debate sobre la genética, con todas sus posibilidades y proyecciones; el desarrollo y los nutrientes, desde la gestación. 

En lo referido al sistema respiratorio, se debe saber que “no se produce una adaptación pulmonar al ejercicio” y es por ello que es el principal factor limitante en el desempeño atlético del caballo. Sí, hay adaptaciones metabólicas y circulatorias, por ejemplo, para adecuar una mayor demanda de oxígeno en el ejercicio. En lo cardiovascular, “el corazón es el motor, la cilindrada del caballo. En el ejercicio intenso, el 80% de la sangre está en los músculos; la frecuencia cardíaca aumenta ocho veces y la recuperación es de 30 minutos”. 

¿Lo que hay que evitar? La fatiga, que implica el agotamiento de la reserva de glucógeno, la deshidratación y la aparición de ácido láctico en el músculo, entre otras señales. ¿Lo importante? El plan nutricional, con todo lo que implica, desde el agua, el forraje y las vitaminas hasta lograr el balance de peso y condición corporal. 

El caballo deportivo es un conjunto de sistemas con el potencial de transformar la energía de los alimentos en velocidad. Es una “máquina viva” altamente eficiente cuando se logra una adecuada adaptación. Y genera pasiones infinitas alrededor de los trabajadores involucrados.








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