LAS HERMANAS SCHNEIDER,
EL ORGULLO DE UN PAPA.
Alejandra y María
Eugenia no sólo están unidas por el lazo familiar, sino que también comparten
la pasión por el caballo y trabajan como peonas en el stud de Ariel, su padre.
El caso de un par de adolescentes que en el Hipódromo de Las Flores van detrás
de un sueño concreto.
Los ojos se le iluminan y el pecho se le infla. No es para
menos, Ariel Schneider no está hablando del desarrollo de una carrera que lo
tuvo como jockey en la pista de Las Flores ni tampoco la manera que seguirá la
campaña de algún potrillo que el mismo presenta, sino que hace ilusión a
Alejandra y María Eugenia, dos de sus cinco hijos y con las que convive en las
tareas del día a día del stud.
“Con ellas soy el amigo. Es un orgullo que quieran estar
ligadas a esta actividad. Es de herencia
y nadie las obligó a nada”, describe papá Schneider a modo de
introducción de un sentimiento de amor puro y continúa: “sus infancias fueron diferentes.
Nunca tuvieron una muñeca y todos los juegos estaban vinculados con caballos. Me acuerdo que simulaban a
ser jockettas sobre los palos de escoba.
Tengo cuatro hijas y un varón que es
jinete aprendiz”.
Alejandra tiene 19 años y está muy convencida en lo que optó
para su futuro. “Me encanta ser peona. Se aprende todos los días entre las
patas de un caballo. Esto lo llevó desde la cuna. Más adelante mi objetivo es
ser cuidadora, pero para eso hay tiempo”.
Llega el turno de conocer la palabra de María Eugenia, dos
años menor que su hermana y compinche. Ella intentó empuñar una fusta, pero una
patada de un sangre pura le ocasionó una lesión en una de sus rodillas. Pero el miedo no se le fue y redobla la
apuesta, al confesar que “lo quiero
intentar de nuevo” y agrega: “nuestro
padre nos da consejos a cada una por igual y sabemos que a él le pone feliz que
seamos parte de su equipo de trabajo”.
No hay dudas que un hijo te cambia la vida en forma
positiva. Ser padre es algo maravilloso y la historia de Ariel da lugar a la
emoción. Siempre se anhela lo mejor para los herederos y este hombre se puede
quedar tranquilo que supo transmitirle esa pasión. Una linda lección de vida.
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