Diego Acuña, el jockey que tiene una nueva posibilidad.
Se encargó de conducir a Stormy Flor en los 1400 metros
del Clásico Apertura, selló un doblete en la jornada del Nuevo Hipódromo de Las
Flores y regresa a Buenos Aires para volver a ganar un lugar entre las fustas.
Se crío a pocas cuadras del escenario de Santa Fe. Como a
muchos muchachos que surgieron de estos pagos, se le nota el cariño especial
que le tienen a Las Flores. En definitiva, es uno de sus lugares en el mundo y
ese afecto se profundiza si se consiguen medallas como la que alcanzó Diego
Acuña, el domingo 26 de marzo sobre la cruz de Stormy Flor en la cita inaugural
de la temporada 2017.
Desde los 400 a la raya, el Clásico Apertura ya comenzó a
ser suyo y lo celebró con una marcada euforia.
“Las carreras siempre hay que correrlas, pero me gustaba en fija. Tenía
el beneficio de los kilos y cuando pasó los 800 metros, se pudo escapar de los
rivales”, sostiene el látigo a segundos de bajarse de la cruz de Stormy Flor.
En la semana previa, el propio Acuña se encargó de ejercitar
a esta yegua de 6 años que exhibe cinco títulos en los máximos y confiesa que:
“con el trabajo que había realizado, no podía perder. Aprendí que antes de cada
prueba, de los caballos no se habla. Por suerte salió todo bien y estoy muy
agradecido a la confianza del cuidador”.
Cuando egresó de la Escuela de Aprendices de San Isidro
demoró casi un año para obtener las 120 conquistas que lo gradúen de jockey. Fue
un ciclo productivo, de buen registro y
su mente ahora se enfoca en la posibilidad que tiene en el stud de otro hombre
oriundo de Santa Fe: Elvio Bortulé. “Me voy a probar suerte de nuevo. Estoy muy
contento por esta nueva chance que tengo en esta profesión”, apunta cuando
todavía la adrenalina por el triunfo seguía con su vigencia.
Ya había ganado el tradicional Clásico Juan de Garay con
Bombazo Plus. Le suma otro galardón de los relevantes para este mismo sitio
donde Diego Acuña promete volver y en el que tan bien se siente. Surgió en el
semillero de Santa Fe y conociendo su historia tiene validez esa celebración, a
metros de la sentencia final.
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