Con Uds., el Caballo del Pueblo
El Nacional de Indy Point y Big Cazanova califica bien alto a la
hornada 2009, y el ganador reivindica al maltratado turf sureño
Es el ejemplar esperado por la inmensa legión burrera, ávida de disfrutar a un animal distinto. De aplaudir al crack. Irrumpió en las Estrellas. Corajeó en el Cané-G2. Perdió el GP Polla de Potrillos-G1 por una paradoja del destino, y allí, en esa circunstancial e injusta derrota a manos de Sol Planet, remarqué su condición de líder generacional. Indy Point la ratificaría con holgura en las veinte cuadras del GP Jockey Club-G1.
El pasado sábado, en la arena húmeda de Palermo, el alazán preparado en La Plata por el ex jinete de Off the Record se encumbró en la máxima cúspide entre los nacimientos 2009, porque su victoria en el Gran Premio Nacional-G1 (2500 mts., $ 1.007.500), brillante desde cualquier punto de vista, es el triunfo de la calidad que jerarquiza a una camada gracias a la clase superlativa del héroe y a los kilates de su sucesor: si la entidad del vencido grafica la exacta magnitud del vencedor, puede afirmarse que haber postergado nuevamente a un enemigo del talante de Big Cazanova hace de Indy Point un SPC extraordinario.
Los viejos turfmen, los sabios de bar, los catedráticos de cuevas o perreras, aprendieron en épocas de oro que en una hornada buena al verdadero campeón siempre lo secunda el mismo, o al menos lo batalla en el desarrollo aunque a la postre ceda el placé: Botafogo y Remanso en el tramo primario de la Corona de 1917, Forli y Cartujo, Affirmed y Alydar en USA, por citar ejemplos referenciales.
Indy Point ($ 2.10) ganó el “Derby” en todas partes. Con la paciencia de Gonzalo Hahn para aguantarlo lo suficiente, mientras Si Vieras enseñaba el rumbo perseguido por Equal Van. Saliendo del opuesto, el repentino parate del marcapasos –una grave lesión de nudo obligaría a sacrificarlo- dejó al tordillo de Don Pascual Caruso en la soledad de la vanguardia; y el “Paisano” de Coronel Suárez continuó esperando, al tiempo que Sol Planet trataba de acomodarse a sus patas, y Big Cazanova iba preparando paso a paso su estocada característica.
Pisaron la recta y hubo un momento de incertidumbre. Acaso 90 ó 120 metros, en los cuales se echaba definitivamente la suerte de un proceso selectivo. E Indy Point, minimizando en cuatro saltos la tibia intentona de Sol Planet al quebrar a Equal Van, enseguida magnificaría su silueta al doblar márgenes respecto de Big Cazanova, en una respuesta categórica al presuntuoso jaque de su adversario.
El furlong decisivo de la carrera por antonomasia del Hipódromo Argentino mostró inexpugnable al hijo de Indygo Shiner (USA). Sólido, contundente, altivo para cortar el viento de frente y cruzar el espejo con 3 largos, 2 y 1½ sobre Big Cazanova, el evolucionado Proud Ruler y Equal Van en crono de 2:35.22. Ese tramo ulterior define la estatura del defensor del stud “Gus-May-Fer”. Por derecho propio. Y por la nobleza de su escolta, lujoso partenaire.
El apretón emotivo de Hahn y Raúl Ramallo fue el de José Manuel Boquín con Roberto “Tintoretto” Rutti en 1973 tras desensillar a Moraes Tinto (el pingo del Dr. Amarilla); el de Francisco Viviani con el “Liebre” Vismara luego de enhebrar el Nacional de 1975 con Kalabana. Fue el grito del “Negro” Alzamora a bordo de El Serrano. Fue la medalla dorada de Tapatío en la temporada 2000, amasada en madrugadas estuleras del circo capitalino por “Lalo” Tadei y Fabián Rivero. Fue la reivindicación, una más, de la bendita hípica platense, prodigiosa en profesionales y en caballos excelentes a pesar de andar navegando a la deriva por un mar infestado de paracaidistas y neófitos, a los cuales soporta estoicamente por imperio de su historia.
Indy Point no acusa problemas de superficie, si trazamos quizá una tenue comparación con Interaction; viaja al césped que no conoce y lo toma cual si fuera el de su comedera. Ni arruga a la hora de los bifes, enunciado que por ahí le cabe a un sinnúmero de promocionados de los últimos 15 años, con la honrosa excepción de Expressive Halo.
Después del “Derby” sobrevino un round absurdo promovido por los patéticos gorilones de seguridad de HAPSA –se reiteró con los allegados de Indy Point, con el autor de estas líneas y en plena noche con los propietarios de Charles King-; la diligencia de Natalia Maidana aquietó al rato las aguas, y el patrón Felipe Lovisi pudo descorchar el champagne para rociar felicidad a diestra y siniestra en el podio de la premiación, compartiendo su alegría intransferible, mucho más valiosa que un palo verde.
Apareció el querido Franquito Chambón con su encantadora novia, nos dimos un fuerte abrazo, y el pibe de Colonia 25 de Mayo tenía los ojos humedecidos. También Luciano Zylber, Marcelo Fébula, Ernesto Quirolo, el mendocino Alberto Aguirre, el cordobés Santiago Britos, y otra gente que lleva el turf en la sangre. Gozaban al Caballo del Pueblo en un fresco atardecer porteño de noviembre.
Ojala Indy Point no se venda. E ingrese a las gateras de diciembre. Al margen de no lograr ceñirse una Cuádruple Corona harto merecida y de la lamentada baja del invicto Fhurter, él es una suerte de Cid Campeador moderno que conquista, incluso, espíritus ateos. Contagia fuego sagrado: el único candor capaz, si San Isidro realiza en su torno una promoción dinámica e inteligente, de volver a llenar las tribunas para un Gran Premio Carlos Pellegrini. Esas tribunas ávidas de disfrutar a un animal distinto. De aplaudir al crack.
El mejor 3 años macho en el aire.
Revista Todo a Ganador
Pablo F. Gallo
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